La piel es uno de los órganos más irrigados del cuerpo: circulan por sus vasos entre un 10% - 20% del total de la sangre. La circulación cutánea está formada por dos red de capilares arteriales:
* Plexo subdérmico o reticular: procede del tejido subcutáneo (hipodermis) y se sitúa entre la dermis y la hipodermis. Presenta unas finas arteriolas que ascienden hasta las glándulas sudoríparas y los folículos pilososebáceos.
* Plexo subpapilar: procede del plexo subdérmico. Se sitúa entre la dermis palilar y la reticular. Presenta unas asas capilares que discurren por las papilas dérmicas hasta la membrana basal.
La circulación venosa (transporta la sangre desoxigenada desde los tejidos hasta el corazón) discurre en paralelo a la arterial.
Los capilares sanguíneos se encuentran anastomosados (anastomosis arteriovenosa), es decir, forman una unión de vasos a modo de canales, que se cierran durante la vasoconstricción para retener calor y se abren con la vasodilatación para aumentar el flujo sanguíneo y así desprender calor.
La circulación linfática también en intensa en la piel.
La función principal de los capilares linfáticos es absorber el exceso de líquido intersticial de los tejidos que no son reabsorbidos por los capilares venosos.
Este fluido (linfa) es transportado a través de los capilares linfáticos hasta desembocar en los vasos linfáticos para posteriormente devolverlo a la sangre.
Funciones de la circulación cutánea:
- Oxigenación y nutrición de los tejidos y estructuras cutáneas.
- Termorregulación mediante la vasodilatación y vasoconstricción.
- Regulación de la presión arterial.
- Defensa del organismo. La respuesta inflamatoria tiene como fin reparar los tejidos afectados y aislar al agente causante.
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